Hemos estado un par de días en el
West Coast National Park, a una hora y media de Ciudad del Cabo.
Nuestra amiga Susi con su hija Angelica de 9 años habían alquilado una pequeña casita allí y nos invitaron a acompañarlas.
No es la primera vez que visitamos el parque, habíamos estado ya en el 2010, nada más llegar, durante la primavera. Ahora el paisaje era muy diferente y también visitamos una zona que no conocíamos: la laguna de Langebaan, con el agua más azul y cristalina que he visto nunca.



Tuvimos mucha suerte porque pudimos bañarnos prácticamente solos en ese paraíso natural. El agua no estaba demasiado fría, aunque sí muy salada. Y hay que caminar por lo menos un kilómetro hasta conseguir que te cubra un poco.
El parque es un espacio protegido y con vegetación más bien baja, un lugar donde viven cientos de especies diferentes de pájaros. Es también un lugar de paso para muchas aves migratorias.
Sin acceso a internet, recepción de teléfono móvil o televisión, el lugar es un espacio de calma para contactar de lleno con la naturaleza.
Por primera vez en mi vida he sentido que mi fobia a todo lo que lleve plumas es una cosa más bien triste. Mis compañeros de viaje se deleitaban con los colores de los pájaros y he de confesar que resultaba elegante ver a los ibis planear cerca de la tierra y majestuoso ver al Sr. Pelícano aterrizar sobre la charca.
A nuestro regreso paramos en
!Khwa ttu para ver la exposición sobre historias bosquimanas:
Once upon a time is now.
Es una muestra muy bonita que se centra en el arte de narrar y también en algunos de los protagonistas de los cuentos bosquimanos: Mantis (llamado en /xam /Kaggen) y los elands.

Como dice uno de los carteles de la exposición: para los bosquimanos (también llamados san) el pasado es presente, incluso aunque la forma tradicional de vida de cazadores y recolectores haya desaparecido casi por completo.
A través de las historias todos podemos encontrar mensajes que perduran y que nos hablan de la necesidad de compartir, de cooperar, de respetar el medio ambiente y de cultivar la tolerancia y la igualdad entre hombres y mujeres. Eso no significa que las historias nos digan que la naturaleza es una balsa de aceite o un paraíso perdido. Al contrario, los animales se cazan y se devoran unos a otros continuamente y la tierra se agota y renace de nuevo, pero es muy bueno recordar que los humanos formamos parte de todo ello, aunque a veces tengamos esa peligrosa tendencia a sentirnos por encima de todas las cosas.