Historias, sorpresas y experiencias durante nuestra estancia en Ciudad del Cabo.
martes, 26 de abril de 2011
LECTURA DESENFOCADA
No es que esté perdiendo visión, por el momento sigo leyendo sin gafas ni lentillas, pero es la mejor manera que encuentro para contaros mi forma de leer durante estos últimos meses.
Desde que vivo aquí, el inglés es parte esencial del día a día. Al principio me dolía la cabeza del esfuerzo que tenía que hacer para tratar de entender lo que me decían. Toda la vida estudiando inglés y siempre en nivel "intermedio". Pero la necesidad, obliga...
Después de unos meses puedo decir que entiendo mejor y me hago entender también mejor. Lógicamente me queda camino por recorrer, pero cada día descubro palabras nuevas y las atesoro para utilizarlas cuando las necesito.
Leo todo lo que puedo y no trato de buscarme libros "fáciles". Leo lo que de verdad me interesa y quiero leer. Al principio iba muy lenta y me solía dormir con el libro en la mano y el diccionario español/inglés en el regazo. Bueno, en realidad esto me sigue ocurriendo ahora también. Pero ahora he desarrollado un método para leer que me permite disfrutar absolutamente de la lectura, aunque tal vez es un poco complicado y a la gente le divierte cuando lo cuento.
Mi método se basa en enfocar y desenfocar todo el tiempo. Primero enfoco: leo una página y me fijo en cada palabra de modo individual. Encuentro una palabra que no conozco, pero igual conozco la raíz y eso me ayuda a deducir el posible significado. O resulta que es la estructura gramatical la que me sorprende. Puedo entender el significado, ¡pero nunca en la vida lo hubiera expresado así en inglés! Eso me pone muy contenta. Es un regalo inesperado.
Después viene, casi sin darme cuenta, el desenfoque, leo la página en general. El párrafo entero y algunas palabras que no conozco se deducen por contexto fácilmente. Si tengo muchas dudas o la comprensión del párrafo es imposible, es porque hay una palabra clave que tengo que buscar en el diccionario. Pero solo busco esa palabra clave, no todas las que encuentro que no conozco.
De esta manera puedo por ejemplo dejarme arrastrar por la tensión del personaje que está en una habitación hablando por teléfono. Me basta con saber que es una habitación de hotel y que es muy básica en cuanto a mobiliario, intuyo que se describen los cuadros colgados en las paredes, la cisterna del baño que no funciona o el modelo de teléfono que es muy antiguo. Pero me da igual saber exactamente el ruido que hace el agua al caer o el tipo de cuadros que hay en la habitación. Esa información la dejo fuera porque me llevaría mucho tiempo buscar y buscar cada palabra que no conozco. El poder de la historia, lo que se cuenta, es lo que me hace avanzar, lo que alimenta mi interés.
Enfoco y desenfoco todo el tiempo de modo inconsciente. Trato de fijar mi atención en la palabra individual para luego abrirme a un campo más amplio.
Así puedo disfrutar del estilo de un autor y descubrir que hay palabras muletillas que repite todo el tiempo, incluso estructuras gramaticales básicas que le gustan de forma especial.
También me envicio con la historia y en pasajes de gran tensión me pongo frenética buscando en el diccionario esa palabra clave que me desvelará la emoción que late en el personaje, la sutil diferencia entre estar "triste" o "desesperado".
A veces me pregunto cuantas palabras necesito conocer y cuántas puedo llegar a decudir por el contexto. Eso puede llegar a depender del día, hay días que estoy más intuitiva que otros.
No creo que esto que yo llamo lectura desenfocada sea un método inventado por mí, creo que todo el mundo que aprende un idioma lo utiliza de alguna manera. Probablemente ni siquiera es la primera vez que yo lo utilizo, pero cuando estudiaba catalán o italiano eran lenguas más próximas a la mía y no era tan consciente de ello.
Ahora me doy cuenta de que cuando leo en castellano, no enfoco y desenfoco, simplemente estoy en un punto medio entre ambos.
En mi época de instituto y de colegio me tocó leer libros en inglés y me obligaban a traducir casi palabra por palabra. Era pesadísimo y me aburría soberanamente. Nunca disfruté de la lectura, pero si me hubieran enseñado a leer como viendo una película: dirigiendo mi atención a la acción principal, pero dejándome a mí perderme en los detalles o no, igual hubiera leído muchísimos más libros y aprendido muchísimo más y además divirtiéndome.
En fin, voy a desenfocar mi vista y a viajar por Los mil otoños de Jacob de Zoet, que es el libro que me estoy leyendo ahora.
¡Felices libros!
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Muy buenA!!!
ResponderEliminarPrecioso aprendizaje!
ResponderEliminarBesos
Agustín
Gracias! vuestros comentarios me han animado mucho porque justo me he atascado con el libro que comentaba en la entrada. Creo que lo voy a alternar con otra lectura de adolescentes megafriki que me ha pasado mi amiga Tanya. Se llama Deadlands y va de zombies en los suburbios de Ciudad del Cabo.
ResponderEliminarUn abrazo,
Helena