Nuestras últimas semanas aquí están siendo bastante ajetreadas.
Tuvimos a nuestra amiga Mireia de visita y fue bonito visitar lugares con los ojos del que los ve por primera vez y con los ojos de quién los ha sentido como su casa durante un tiempo.
La mirada siempre es diferente, como lo es la luz y el viento; que ha soplado fuerte estos días.
Me encanta esta foto de Mireia mirando el mar en la Costa Oeste del Cabo. Fuera del encuadre había un grupo de focas tomando el sol.
Y las casetas de colores de St. James, que vimos al caer la tarde después de visitar el Cabo de las Tormentas.
Unos días antes de su regreso a Barcelona nos regalamos un atardecer en condiciones para ver como el sol se ponía en la playa y tras la Cabeza del León.
Con la idea de la partida en mi cabeza todas estos momentos son auténticos regalos. El presente se escurre siempre entre los dedos, pero qué bueno es saborearlo.
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