miércoles, 15 de septiembre de 2010

COSTA OESTE

Hace unos días que no escribimos porque Jose ha tenido que entregar una colaboración para el catálogo de la exposición Translations, que va sobre el arte rupestre, su relación con el paisaje y también sobre su reproducción en diferentes medios. La exposición será, seguro, muy interesante y hablaremos de ella cuando se inaugure en el mes de noviembre.

Yo he empezado el lunes mis clases de inglés. Voy a una academia bastante chula y céntrica. Lo de céntrica es importante porque aquí no hay autobuses urbanos, así que voy a patita todos los días. Eso supone unos cuarenta minutos ida y otros cuarenta vuelta. La cosa cambiará cuando empiece a coger “los colectivos”, unos minibuses que van recogiendo gente por el camino, pero que tienen unos trayectos preestablecidos. Es decir, tú no puedes cogerlos y decir que te lleven a donde quieras, ellos se mueven del punto A al punto B y tú te apeas donde te pille más cerca de dónde vas. Pero... ¿cómo sabes el trayecto que te conviene y cuales son las rutas de paso? No hay ningún cartel indicador porque ¡todo el mundo lo sabe!

Algunos de estos minibuses están muy bien, pero otros son un poco tartana y además suelen conducir como locos. Estoy recogiendo información sobre rutas de paso y armándome de valor para subirme a uno. Seguro que una vez que los empiece a usar me resultarán muy útiles.

Dicho todo esto paso hablar del fantástico domingo que pasamos con Hugh (ese es el nombre del Poeta que no recordaba el otro día), Rob, Don y Patricia.

Fuimos al West Coast National Park que, como su nombre indica, está en la costa oeste al norte de Ciudad del Cabo.
La primavera es la época más adecuada para visitar ese parque, porque cuando luce el sol miles de flores silvestres abren sus pétalos y cubren la tierra de un montón de colores: naranjas, amarillos, blancos, morados y rosas intensos.

Aquí tenéis algunas imágenes de las flores.

















El agua del Atlántico está muy fría en esta zona, así que nada de bañarte en la playa, ni tan siquiera para mojarte los pies. Pero, eso sí, puedes disfrutar a tope del paisaje. Rocas enormes con musgo y olas rompiendo con fuerza. En algunas zonas el suelo está cubierto de conchas y cáscaras de mejillón. ¡Era como pisar un cuadro de Julian Schnabel! (Esos de los platos rotos)







Hicimos picnic en la playa con humus, falafel, queso, ensalada de garbanzos y, como no, tortilla de patata. Pero lo mejor fue ¡el vino! Me encantan los suráfricanos, nada de beber vino en plan cutre con tu vaso de plástico, ello se llevan sus buenas copas de cristal. Y es verdad, es la mejor manera de disfrutarlo.

A la vuelta paramos en !Khwa ttu, un lugar donde puedes hacer excursiones de un día o quedarte a pasar el fin de semana y aprovechar para acercarte a la cultura bosquimana (o, como dicen aquí, a la cultura de los San).

Nos gustó mucho el lugar y seguro que volveremos. Además, proponen como actividad “escuchar cuentos de los San”, a eso no hay quién se resista...

2 comentarios:

  1. ¡¡¡Preciosas las fotos!!!Me alegro que pasarais un buen día.
    Un abrazo,
    Cristina

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  2. Sí, Cris, esto está lleno de flores que te encantarían ;-)

    Love

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