Antes de ayer celebramos el año nuevo judío en casa de Patricia y Don. Vinieron otros amigos, fuimos en total 9. Bebimos vino sudáfricano en sus distintas variantes (blanco, tinto, champagne) y comimos cosas deliciosas: pollo, patatas en salsa, ensalada, olivas negras, pan con pasas y bizcocho relleno de coco.
Robby bendijo el vino y el pan, pero eso fue lo más tradicional que hicimos. Nada de manzana con miel; eso quedará para otro Rosh hashana.
Después – y esto se lo dedicó a Cath, que es de quién aprendí la historia – me pidieron un cuento y pensé que era una gran ocasión para hablar de la preciosa leyenda judía que explica porque algunas personas nacemos con un hoyuelo en la barbilla.
La cosa se animó y hubo más cuentos. Jose contó una historia de los bosquimanos naro del Kalahari sobre por qué el fuego y el hipopótamo ya no son tan amigos. Y el Poeta recitó a la luz de las velas The Lady of Shalott, entre otros poemas.
Proteas naturales a la luz de las velas...
Velas...
SHANA TOVA (Feliz Año Nuevo Judío).
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