jueves, 2 de febrero de 2012

CAMBIOS

Llevamos mucho tiempo sin escribir en el blog, ¿verdad? La mayoría de los que nos conocéis personalmente sabéis que hemos pasado unos momentos difíciles.

En noviembre tuvimos que volver de forma precipitada a España. Mi madre se encontró súbitamente mal y en pocas horas falleció.

Ella fue toda su vida una mujer dulce, trabajadora y generosa. Siempre pensaba más en el bienestar de los demás que en el suyo propio. Yo no puedo imaginarme una madre mejor. ¡Estoy tan orgullosa y agradecida de haberla tenido!

Hay muchas cosas que podría escribir sobre ella y seguramente lo haré, pero cuando tenga mis emociones más calmadas.

El caso es que pasamos del verano al otoño-invierno en unas pocas horas.

Valladolid estaba lluviosa, las calles tapizadas con las hojas de los árboles amarillas, marrones y rojas. Luego vino el frío. Y las nieblas.

Hacía mucho tiempo que no pasaba tantas semanas seguidas en mi ciudad natal y ha habido momentos hermosos.

En esta foto que tomó Jose en el mes de diciembre salimos mi padre y yo desapareciendo en la niebla mientras cruzamos el Puente Colgante.



Y en esta serie podéis ver el Campo Grande cubierto con la capa de hielo que se forma cuando las gotas de niebla cristalizan.









Hace tan solo una semana regresamos de nuevo a Ciudad del Cabo. Ahora estamos en pleno verano y hace calor, aunque sopla a menudo el viejo Doctor del Cabo, a unos 30-40 km/h.

El domingo fuimos de picnic con una amiga a Kirstenbosh y se veía así de bonito.

¿A qué apetece perderse por los caminos umbrosos?





Pero desde ayer por la noche el viento no ha dejado de soplar. Esta tarde costaba caminar de vuelta a casa.

Eso sí, las nubes cubrían la cima del Monte Mesa y parecían querer abrazar a toda la ciudad.

3 comentarios:

  1. desde la lejania os acompaño! fuerza amigos! (que sepais que pr qui se está poniendo la cosa de frio pelón)

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  2. Tu ciudad ... es como si te encontraras en medio de un sueño, donde la nostalgia invita a pasear despacio, sin hacer ruido para no espantarla, como si de repente, todos los relojes se pararan para darnos tiempo a sentirla.
    Marga

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  3. Gracias, guapas. Desde luego que estáis con nosotros y no veáis cómo se agradece eso :-)

    Sabes, Marga, el tiempo es una cosa que se puede deshacer literalmente entre los dedos. Cuando estaba en Valladolid, pasee una tarde a la orilla del Pisuerga por un sitio que me gusta mucho, recogí dos o tres hojas rojas y amarillas y las guardé en un bolsillo de mi mochila. Hace unos días abrí el bolsillo, las hojas estaban literalmente pulverizadas.

    Un abrazo,
    Helena

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