jueves, 16 de febrero de 2012

SACRED ELEPHANT



Hace un par de días fuimos a uno de los teatros que hay en el campus de Hidding, donde trabaja Jose. Son pequeños, pero de lo más acogedores. Este en concreto se llama "Intimate Theatre", para que os hagáis una idea tiene capacidad para unas 50 personas. (Sería ideal para contar cuentos.)

La obra que fuimos a ver es la versión teatralizada de un poema largo: Sacred Elephant escrito por Heathcote Williams.

El actor Jeremy Crutchley bajo la dirección de Geoffrey Hyland hace que el poema cobre vida. Es la voz y las imágenes que encierran los versos.

Nos gustó mucho la sencillez de la puesta en escena, la interpretación y hasta el poster que anunciaba la obra (y cuya foto acompaña esta entrada).

El poema empieza así:

The shape of an African elephant's ear
Is the shape of Africa.

The shape of an Indian elephant's ear
Is the shape of India...


La forma de la oreja de un elefante africano
es la forma de África.

La forma de la oreja de un elefante indio
es la forma de India.

El poema se publicó en un fantástico libro donde los versos se acompañan de fotografías espectaculares. Un placer para la vista.



El elefante estuvo en la tierra mucho antes de que el ser humano fuera una motita en el ojo de Darwin, como nos dice el poeta.

Los hombres admiramos la majestuosidad de este animal. El tamaño del cerebro de una criatura de elefante es cuatro veces más grande que el del ser humano. ¿Será por eso que los elefantes son poseedores de una memoria tan penetrante que no olvida un lugar que ha visitado, un rostro que ha visto?

Y no solo el elefante es grande, también es rápido corriendo y puede nadar durante muchos kilómetros.

Su inmenso cuerpo alberga intensas emociones. Emociones, ¡sí! Llora. Siente celos, orgullo, fidelidad, miedo.

En India uno de los dioses más populares es Ganesh, el sabio. Y se dice que la siguiente rencarnación de Buda no puede ser otra que la de un elefante.

Sin embargo, en las últimas décadas en África se han matado 6 elefantes de cada 10. A los hombres nos gusta el marfil. Lo necesitamos para hacer teclas de pianos, bolas de billar, cajas, joyas, incluso crucifijos.

Además, los elefantes son dañinos porque pisan el terreno cultivado y estropean las carreteras asfaltadas. No entienden de fronteras, ni de verjas.

El elefante es "Primero adorado. Después sacrificado..." Ese parece ser su destino.

Cazado. Perseguido. Encerrado. Exhibido en circos y zoos.

La civilización trae estas cosas...

El final del poema evoca esa historia en la que varios hombres ciegos describen cómo es un elefante. Cada uno toca una parte de un animal, así que quién toca la trompa lo ve como una serpiente, quién toca la pata como un árbol, etc.

Tal vez, si seguimos cargándonos elefantes, rinocerontes, ballenas... dentro de poco no habrá nada que tocar, ni siquiera una fracción de animal y acabaremos como dice Heathcote Williams:

In the story of the blind men,
Each one gave a different description of the elephant,
Dependind upon which part of it he felt.
Now they are to be left
Feeling only each other


En la historia de los hombres ciegos,
cada uno dio una descripción distinta del elefante,
en función de la parte que cada uno palpó.
Ahora se quedan ellos,
palpándose entre sí.

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