viernes, 14 de septiembre de 2012

Wallett's Circus

Hace más de un año que me topé con este anuncio:


Se publico en abril de 1883 en el periódico Diamond Field y anunciaba la llegada de un circo a la ciudad de Kimberley.

El Sr. W.H. Wallett era su propietario y dejaba bien claro en la parte de abajo del anuncio:
"On and after this day Mr. Wallett does not hold himself responsible for any Debts contracted by any member of the Company without a written order. Signed by himself".

Es decir que el Sr. Wallet no se hará cargo de ninguna deuda contraída por un miembro de su compañía a no ser que previamente fuera con una orden escrita. Firmado por sí mismo.

Me hizo mucha gracia la apostilla porque me hizo pensar que igual era frecuente que alguien de su compañía (o fingiendo serlo) se presentara en una tienda, en un bar o en restaurante y a la hora de pagar dijera "le pasan la nota al jefe, que él se hará cargo".

Igual hubiera quedado ahí la cosa, sino no hubiera seguido leyendo las ediciones sucesivas de Diamonds Field. Al cabo de una semana aparece otra noticia y esta vez en la página de sucesos. Tres tipos: Charlie, Jim y Sam entraron en la casa de William John Wallet con la intención de robar. ¿Y qué robaron? ¡Entradas para el circo! Fueron pillados "in fraganti" por el hijo del Sr. Wallet y llevados ante el juez.


Cuando se lo comenté a Jose me dijo que tal vez era una estrategia de marketing para hacerse publicidad. Algo así como pagamos a los ladrones para hacer ver lo valiosas que son nuestras entradas. Tal vez, pero creo que es demasiado sofisticado para el s.XIX. Más bien creo que el circo levantó enormes expectativas en la ciudad de los diamantes.

Las críticas de la época les ponen muy bien (aunque también dicen que la música era mejorable) y el circo debía de ser bastante impresionante: una carpa con capacidad para albergar a 1000 personas.

El tipo de espectáculo estaba basado en números con caballos, acrobacias y pantomimas, que atraían a todo tipo de personas. El Sr. Wallet actuaba como ring-master y entrenador de caballos.

Actuaban cada día y eso significaba una continua renovación de números para seguir manteniendo la atencion del público.

En pocas semanas levantaron bastante revuelo. Coincidieron con elecciones municipales en la ciudad de Kimberly, el cómite electoral de uno de los postulantes, el Sr. G.G.Wolf, les contrató en alguna ocasión como parte de su estrategia para conquistar votantes.


Y durante las semanas siguientes el circo siguió atrayendo a gente: niños de la ciudad que actúan en algunas de las pantomimas, concursos de monta de caballos, boxeo y premios a los espectadores con más ingenio y mejor vestidos.

Hasta que finalmente llegan a las últimas actuaciones durante la semana del 23 de mayo de 1883. Desmontan. Venden buena parte del material en subasta pública y siguen su recorrido por una Sudáfrica muy diferente a la de hoy y que me recuerda un poco al lejano oeste norteamericano.

Buscamos en la actual Kimberley la encrucijada donde se asentó el circo, entre Dutoistpan Road y Currey Street, nada hace imaginar una enorme carpa circense hoy, pero en aquella esquina moderna sonreímos pensando en las pequeñas historias que forman parte de la Historia.

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