Si todo verdadero viaje supone un cambio interior, entonces el nuestro lo ha sido.
No es la primera vez que viajamos por el Karoo. Jose ha sido ya seis veces, contando con esta última, y para mí era la segunda. Pero nunca lo habíamos hecho a finales del verano.
El Karoo es una meseta semidesértica, el nombre viene de una palabra khoikhoi que significa seco, desierto. Donde nos movimos corresponde a la zona conocida como la antigua Bushmanland, la tierra de los bosquimanos.
Hemos recorrido muchos kilómetros en quince días y hemos caminado a pleno sol siguiendo las huellas de los que estuvieron allí antes que nosotros, antes que los granjeros y mucho antes que las ovejas que ahora pastan a su antojo: los bosquimanos /xam.
Ellos ya no están. Fueron sistemáticamente exterminados en el s.XIX. Aunque queda gente con sus rasgos y quedan sus cuentos, sus historias y la belleza de los grabados que dejaron en las piedras.
Jose os hablará en otra entrada de las gentes con las que tuvimos la suerte de toparnos, que nos contaron cuentos y con las que compartimos bailes y música.
Esta primera entrada sobre el viaje es para hablaros únicamente de la fascinación por el paisaje que está en continuo cambio.
Puede parecer que en un desierto, o semidesierto, lo que ves es siempre lo mismo. Lo cierto es que plantado en medio de la planicie hay pocos puntos de referencia para saber donde está el norte y el sur. Nosotros necesitábamos la brújula y el GPS.
Pero allí, el cielo parece estar más cerca de la tierra. Lo abarca todo. Puedes dar un giro de 180º y ver el atardecer, la tormenta que cae lejos unos cientos de kilómetros, el arcoiris y la luna... todo al mismo tiempo, el gran espectáculo al completo y cambiando cada minuto que pasa.
Elegimos ir en esta época del año para poder ver las lluvias. Las lluvias de las que hablan los cuentos /xam. Y las vimos.
Hay dos tipos de lluvia: macho y hembra. La lluvia hembra es mansa y cae suave empapando la tierra, la lluvia macho es torrencial.
Nos pillaron dos grandes tormentas. La primera conduciendo en el coche. Un momento antes de caer habíamos parado para hacer fotos y dejarnos sorprender por la hierba alta y verde con destellos dorados.
Luego las nubes de tormenta taparon al sol...
Y el camino se hizo gris. La lluvia golpeaba los cristales con fuerzas y se salió el parabrisas del coche. De vez en cuando los rayos caían como cuchillos que cortan el cielo. Tajadas rápidas y veloces. Resplandecientes. No oíamos más que la música del CD. Ninguno de los tres (Neil, Jose y yo) hablábamos.
La segunda tormenta fue aún más sobrecogedora porque nos sorprendió en plena noche. Acampados en una granja y durmiendo en el coche.
Los relámpagos eran tan cegadores que no podías tener los ojos abiertos.
Se formó un río donde antes no había más que piedras.
"Las acciones de la lluvia nocturna no son agradables" decía /Han=kass'o. Es verdad.
Yo solo pensaba en las patas largas del animal de la lluvia y deseaba que caminara deprisa por la llanura. Parecía que se había quedado a pastar justo encima de nuestras cabezas.
No veía al animal de la lluvia por la noche, pero lo había visto otras veces durante el día...
Nosotros somos hormiguitas para él.
A veces la lluvia es como una bomba atómica.
También asistimos varias veces a la lucha de !Haunu y =Kagara, hacia el Este, lanzándose rayos sin parar a ver quién es más fuerte. Pueden estar mucho tiempo peleando sin cansarse.
Y cuando la tormenta nos alcanzó en el pequeño pueblo de Vanwyskvlei, asi como habíamos visto las casitas de las townships perfectamente recortadas en el horizonte,
también las vimos disolverse en el agua.
El hombre no controla nada.
Cuando la tormenta pasa, solo queda esperar.
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