Esta semana hemos tenido dos eventos que me han hecho pensar sobre la idea de la simplicidad.
¿Por qué "lo simple" suele tener tan mala prensa? La verdad es que la simplicidad, cuando no es superficial, encierra una honda sabiduría detrás y no es nada fácil de alcanzar.
El lunes pasado fuimos a una conferencia del lama Ringu Tulku. Su personalidad abierta y su discurso relajado y cercano nos impresionó.
Ringu Tulku expuso los principios básicos del budismo, salpicándolo con anécdotas personales e historias.
Varias cosas nos gustaron especialmente, una de ellas la idea de que no hay un solo camino para alcanzar la felicidad. Somos diferentes y por lo tanto lo que a uno le sirve a otro no le encaja tanto, pero si aprendemos a ver la diferencia como una riqueza, y no como una barrera, podemos aprender muchísimo del otro y de nosotros mismos.
Sin caer para nada en el relativismo, sino ahondando en la responsabilidad individual, dijo cosas tan fuertes como que no importa lo grande que sea un problema, sino la magnitud con la que nosotros lo vemos. Si fijamos la felicidad como algo fuera de nosotros, dependiente de otros, será difícil alcanzarla, pero si hacemos que dependa de nosotros se hace más manejable.
No pretendo resumir toda la charla con mis palabras, pero sí deciros que lo que más cala de los maestros budistas es esa manera fácil y cercana de transmitir sus ideas y la paz que transmiten. ¿Será la práctica de la meditación? ¿La consciencia de que las emociones son pasajeras? ¿El entrenarse para pensar en positivo?
El otro evento que nos llevó a visualizar la simplicidad y a disfrutar de su belleza vino de la mano de una exposición:
REALM.. an urban enquiry
En la galería Salon91 Contemporary Art Collection de Ciudad del Cabo.
Dos artistas sudáfricanos: Gabrielle Raaff y Lorenzo Nassimbeni presentan una visión de la ciudad reducida a las formas esenciales.
El diálogo entre los dos es muy interesante porque mientras Lorenzo trabaja con la línea continua en tinta, estudiando los contornos para dar idea de volumen y perspectiva, Gabrielle elimina los contornos para fijarse en el contenido.
Mirando sus obras puedes reconocer la ciudad, los edificios y las montañas reducidas a una forma esencial.
Disfrutas de la abstracción de los volúmenes y de la fluidez del trazo, pero al mismo tiempo reconoces la conexión con un paisaje real.
Nos encanta.
La busqueda de la simplicidad consiste en QUITAR rayas, volúmenes, peso...
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