viernes, 9 de noviembre de 2012

La belleza de la herida

Acabamos de volver de un viaje de investigación por Lesotho y pronto os colgaremos algunas imágenes, pero esta entrada va dedicada a dos protagonistas muy especiales: Amigo y Emilu.

Los dos comparten historias de supervivencia y tienen bien visibles en sus cuerpos las señales de su pasado. Pero eso es lo que les hace únicos y hermosos.

Amigo es un chihuahua que vive en medio de un bosque húmedo que a menudo se cubre de niebla.
Es un lugar idílico cerca de Pietermaritzburg, en la provinncia surafricana de KwaZulu-Natal.



No hace mucho, un águila lo aferró (aún conserva las marcas de las garras en el lomo), pero, quién sabe por qué, lo soltó o se le cayó. Tuvo suerte porque alguien lo recogió en el bosque y lo llevó al veterinario. Ahora Amigo vive con nuestro amigo Michael y su familia. Está bien, aunque se asusta con facilidad de los extraños.

Los hijos de Michael le llevaron al colegio y los niños inventaron distintas historias sobre su encuentro con el águila.

Emilu es otro perro rescatado y vive con nuestros amigos John y Cara en Johannesburgo. Como muchos perros en las townships tiene una oreja levantada y otra caída lo que le da un aspecto muy desenfadado. Además, como se puede apreciar con facilidad, le falta un ojo.


También se asusta con relativa facilidad, pero igual que Amigo le planta cara a las dificultades y ladra con valentia desde una prudente distancia. Es bastante cariñosa y le gusta acercarse a ti una vez que ha comprobado que tus intenciones son pacíficas.

Me gustan estos dos animales porque son supervivientes, han sufrido el dolor en sus carnes y eso les ha dejado huella, pero están vivos y disfrutan del día a día: corren, ladran, comen, se dejan acariciar y aman. Son hermosos, a su manera. Frágiles y fuertes al mismo tiempo.

Hay una belleza en las cosas heridas y rotas que las dignifica y las da un profundo sentido vital, una fuerza genuina y una esperanza de futuro.

Emilu me recuerda el trabajo del artista japonés Yoshitomo Nara.

Niñas heridas que miran desafiantes.


Perritos tímidamente coquetos que, aunque lo pretendan, no pasan desapercibidos.


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