Igual es porque estamos aquí, o igual es porque nos concedemos el tiempo para ello, pero lo cierto es que en África miramos mucho el cielo.
Los atardeceres son espectaculares. El cielo se tiñe de naranja, morado, azul, en un momento el sol desaparece detrás de la montaña o se sumerge debajo del agua.
Las sombras ganan terreno a la luz, pero durante un momento antes de desaparecer en la oscuridad los perfiles son más nítidos que nunca.
Esta vista es la Cabeza del León, la montaña que tenemos a la izquierda de nuestra casa.
Y estas otras imágenes están tomadas hace unos días, mientras paseábamos por Sea Point con nuestro amigo Vernon.
Pero, por supuesto, el espectáculo no termina con la puesta de sol. A pesar de que en la ciudad es difícil apreciar todas las estrellas que se ven desde el hemisferio sur, el viernes pasado, desde la ventana de nuestro comedor, este era el panorama:
AUUUUUUUUUUUUUUUUUU
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