Nos gustan las piedras: los cantos rodados de la playa, las rocas, las chinitas que se te cuelan en el zapato y las montañas.
Allá donde vamos siempre hay una piedra que adoptar. Incluso se ha llegado a dar el caso de una enorme y redonda dolerita en el Karoo que me ha adoptado a mí. Fue ella la que me escogió. Yo solo la abracé.
Jose está especializado en recoger piedras viajeras, a las que les gusta ver mundo. Son muy independientes, y después de un tiempo de compartir caminos con él algunas deciden irse por su cuenta.
Hace tiempo recogimos dos especímenes muy especiales: un cuarzo rosa y una piedra negra en forma de huevo, que es, de hecho, una gota de magma solidificada.
Cuando conocimos a Heidi Hesseling encontramos un alma gemela. Ella además de amar y recoger piedras hace joyas con ellas.
Y ella ha hecho estos colgantes para nosotros.
Nos gustan muchísimo porque permiten ver las piedras en todo su esplendor. Además la estructura no las rompe, ni las hiere de ninguna manera. Si algún día las piedras quisieran regresar a su hogar - sabemos perfectamente donde las recogimos - podríamos abrir los enganches de plata que las sujetan y liberarlas.
De todas formas esperamos que se queden con nosotros mucho tiempo.
El cuarzo rosa, el espíritu de la lluvia.
La dolerita huevo, el fuego de la tierra.
Esto que explicas, Helena, es una maravilla, y yo ya echaba de menos tus preciosos escritos.
ResponderEliminarCada vez escribes mejor, te lo han dicho?
Un beso,
Marga
Pues muchas gracias, Marga. Se agradece el comentario.
ResponderEliminarYo también te quiero.
Helena